Una de las razones más importantes que me llevaron a estudiar literatura y despertaron mi interés por la escritura fue el descubrimiento de este poema; de nuevo de la mano de mi maestro Ángel Luis Prieto de Paula (y además hay que oírselo recitar: un espectáculo).
¿Quizá porque nunca he dejado de verme reflejado en este perro?
¿Quizá porque nunca he dejado de verme reflejado en este perro?
A la entrada de un valle, en un desierto
do nadie atravesaba ni se vía,
vi que con estrañeza un can hacía
estremos de dolor con desconcierto:
ahora suelta el llanto al cielo abierto,
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.
Y fue que se apartó de su presencia
su amo, y no lo hallaba, y eso siente:
mirad hasta dó llega el mal de ausencia.
Moviome a compasión ver su accidente;
díjele, lastimado: «Ten paciencia,
que yo alcanzo razón, y estoy ausente».
atribuido a Garcilaso de la Vega
(Poesías castellanas completas, ed. E. L. Rivers, Madrid, Castalia, 1990)
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