viernes, 29 de junio de 2018

Dicotomía incruenta, Oliverio Girondo


     Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.
     Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.
     Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.
     Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

Oliverio Girondo
(«Embelecos», Persuasión de los días,
en Obras. Poesíaprol. E. Molina, Buenos Aires, Losada, 1998)




Por Darío Grandinetti en El lado oscuro del corazón.



miércoles, 27 de junio de 2018

Ir y quedarse, y con quedar partirse..., Lope de Vega


     Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
     arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
     hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada, sobre fe, paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
     creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.

Lope de Vega
(Rimas, en Obras poéticas, ed. J. M. Blecua, Barcelona, Planeta, 1983)

martes, 26 de junio de 2018

Soneto amoroso difiniendo el Amor, Francisco de Quevedo


     Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado;
     es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado;
     es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada.
     Este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Francisco de Quevedo
(Las tres Musas,
en Poesía original completa, ed. J. M. Blecua, Barcelona, Planeta, 1990)

lunes, 25 de junio de 2018

Desmayarse, atreverse, estar furioso..., Lope de Vega

Definición del amor, de Lope de Vega.

     Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
     no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
     huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
     creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Lope de Vega
(Rimas, en Obras poéticas, ed. J. M. Blecua, Barcelona, Planeta, 1983)


Por Alberto Ammann en Lope.


sábado, 23 de junio de 2018

Ah de la vida


                                    I

            He visto los fracasos
                        que tuercen los caminos,
                        y he mirado a la cara
                        las lágrimas del día,
                        el duelo de los muertos
                        y el fondo del vacío.

                        (el dolor se instaura:
                        ingenia un mundo)

            He jugado a unos dados
                        armados de peligro,
                        y he observado un mañana
                        carente de caricias,
                        atado al duro suelo,
                        inmerso en claro frío.

                        (el dolor ingenia:
                        recrea un mundo)

            He cortejado al diablo
                        que trueca los destinos,
                        y he arrojado del alma
                        los goces de la vida,
                        el pálpito del pecho
                        y el aire que respiro.

                        (el dolor recrea:
                        arrasa un mundo)

            Y solo he deseado
                        perderme de mí mismo,
                        sumergido en la barca
                        que no conoce orilla,
                        que no retorna a puerto:
                        hundido en el abismo.

                        (el dolor arrasa:
                        fracasa un mundo)




                                    II

            Mas llegó la flor de la sonrisa
                        Al destello de los ojos río,
                        Los delirios blancos del sentido
                        Y la calma de la dulce brisa.

                        (el dolor fracasa;
                        y vence el mundo)


viernes, 22 de junio de 2018

Vuelta de paseo, Federico García Lorca


     Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.
     Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.
     Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.
     Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.
     Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!

Federico García Lorca
(Poeta en Nueva York, en Obras completas. I. Poesía,
ed. M. García-Posada, Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 1996)


Por Enrique Morente en Omega.


martes, 19 de junio de 2018

A la entrada de un valle, en un desierto..., ¿Garcilaso de la Vega?

Una de las razones más importantes que me llevaron a estudiar literatura y despertaron mi interés por la escritura fue el descubrimiento de este poema; de nuevo de la mano de mi maestro Ángel Luis Prieto de Paula (y además hay que oírselo recitar: un espectáculo).
¿Quizá porque nunca he dejado de verme reflejado en este perro?

     A la entrada de un valle, en un desierto
do nadie atravesaba ni se vía,
vi que con estrañeza un can hacía
estremos de dolor con desconcierto:
     ahora suelta el llanto al cielo abierto,
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.
     Y fue que se apartó de su presencia
su amo, y no lo hallaba, y eso siente:
mirad hasta dó llega el mal de ausencia.
     Moviome a compasión ver su accidente;
díjele, lastimado: «Ten paciencia,
que yo alcanzo razón, y estoy ausente».

atribuido a Garcilaso de la Vega
(Poesías castellanas completased. E. L. Rivers, Madrid, Castalia, 1990)

domingo, 17 de junio de 2018

Semilla negra, Radio Futura

Llévame contigo...

          Semilla negra
Y ese beso entregado al aire es para ti,
fruta que has de comer mañana,
guarda la semilla porque estoy en él
y hazme crecer
en una tierra lejana,
si me llevas contigo
prometo ser ligero como la brisa
y decirte al oído
secretos que harán brotar tu risa.

Y esos ojos detrás del cristal
son dos negros cautivos cruzando el mar,
por la noche estaré solo en la selva.
¿Qué voy a hacer?
Esperando a que vuelvas
si me llevas contigo
prometo ser ligero como la brisa
y decirte al oído
secretos que harán brotar tu risa.

Yo tengo un pensamiento vagabundo
y voy a seguir tus pasos por el mundo,
aunque tú ya no estás aquí
te sentiré
por la materia que me une a ti,
por la materia que me une a ti,
por la materia que me une a ti,
por la materia que me une a ti.

Semilla negra,
semilla negra,
semilla negra.



Radio Futura
(«Semilla negra», La ley del desierto)





viernes, 15 de junio de 2018

La herida de un deseo


A Vic

Observo la sonrisa que reluce
          radiante en el dibujo de tu cuerpo
          y eleva la firmeza de mi sueño:
          erecto en la avidez de ese perfume.

Imagino que enmarcas la figura

          y descuidas tus senos en mi pecho
          y reposas tus labios en mi sexo
          y me arrullas, me prendes y me inundas:

tus miembros se estremecen con los míos,

          se pierden y se encuentran, se retuercen
          y abandonan sus formas en el vuelo.

El amor nos sumerge en el delirio

          que desata en el éxtasis latente
          la herida descubierta de un deseo.

jueves, 14 de junio de 2018

Vida, José Hierro


     Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
     Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
     No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada).
     Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.


José Hierro
(Cuaderno de Nueva York, Madrid, Hiperión, 2002)

miércoles, 13 de junio de 2018

Insomnio, Dámaso Alonso

Cuando uno se cabrea, desespera, deprime, frustra...

          Insomnio
   Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
   A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
   y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
   Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
   Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
   por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
   por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
   Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
   ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
   las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso
(Los hijos de la ira, Barcelona, Noguer, 1975)

martes, 12 de junio de 2018

De pura honestidad templo sagrado..., Luis de Góngora


     De pura honestidad templo sagrado,
cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;
     pequeña puerta de coral preciado,
claras lumbreras de mirar seguro,
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles usurpado;
     soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
al claro Sol, en cuanto en torno gira,
ornan de luz, coronan de belleza;
     ídolo bello, a quien humilde adoro,
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta, y tus virtudes reza.

Luis de Góngora
(Sonetos completos, ed. B. Ciplijauskaité, Madrid, Castalia, 1992)

lunes, 11 de junio de 2018

Palabras de otros: Oliverio Girondo

No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!

Esta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.

¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?

¡María Luisa era una verdadera pluma!

Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.

¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. «¡María Luisa! ¡María Luisa!»... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.

¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo!

Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

(Oliverio Girondo, Espantapájaros (al alcance de todos), 1932)

sábado, 9 de junio de 2018

Necesidad pretenciosa


Tengo una necesidad pretenciosa
          de comunicación que me desplaza
          desde esta soledad tan ordenada
          hacia el autorretrato de mi sombra;

en huellas que se escapan de la estrofa

          y surgen como trozos de la entraña
          persigue comulgar con las palabras
          que ofrezcan a los otros mi memoria.

Es algo que me brota entre el sonido

          del alma en las tinieblas de un refugio
          que anhela el resplandor de revelarse.

Es algo vanidoso y engreído

          pensar y pretender que sea mi triunfo
          que a alguien le interese este mensaje.

viernes, 8 de junio de 2018

Noche oscura, San Juan de la Cruz

Canciones del Alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual


     En una noche obscura,
con ansias, en amores inflamada,
     ¡oh, dichosa ventura!,
     salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

     A escuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
     ¡oh, dichosa ventura!,
     a escuras y encelada,
estando ya mi casa sosegada.

     En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
     ni yo miraba cosa,
     sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

     Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
     adonde me esperaba
     quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

     ¡Oh, noche que guiaste!,
¡oh, noche amable más que el alborada!,
     ¡oh, noche que juntaste
     Amado con Amada,
Amada en el Amado transformada!

     En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
     allí quedó dormido,
     y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

     El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
     con su mano serena
     en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

     Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado,
     cesó todo y dejeme,
     dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

San Juan de la Cruz
(Tres poemas, ed. S. Galindo Mateo,
Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2010)

martes, 5 de junio de 2018

El poeta pide a su amor que le escriba, Federico García Lorca


     Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
     El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
     Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
     Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Federico García Lorca
(«Sonetos del amor oscuro», en Obras completas. I. Poesía,
ed. M. García-Posada, Barcelona, Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 1996)


Francamente es muy difícil elegir entre estas dos versiones:






domingo, 3 de junio de 2018

What can I do?, The Corrs

¿Qué hacer si Andrea Corr te dice estas palabras? Porque ¿se puede pronunciar mejor ese «love me»?

          What can I do?
What can I do to make you love me?
          (¿Qué puedo hacer para que me quieras?)
What can I do to make you care?
          (¿Qué puedo hacer para que te importe?)
What can I say to make you feel this?
          (¿Qué puedo decir para hacerte sentir esto?)
What can I do to get you there?
          (¿Qué puedo hacer para tenerte aquí?)

And love me... love me...
          (Y ámame... ámame...)

The Corrs
(«What can I do?», Talk On Corners)


Pero siempre es mejor oírselas a ella que leerlas:




Disfrútenla/s.

sábado, 2 de junio de 2018

Soneto de tus vísceras, Baldomero Fernández Moreno


     Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus extensas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.
     Canto a tu masa intestinal rosada,
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda renovada.
     Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.
     Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.

Baldomero Fernández Moreno
(Mil novecientos veintidós,
en Un siglo de sonetos en español, recop. J. Munárriz, Madrid, Hiperión, 2000)