A ti, oculta, si no quiero perderte
Anoche fuiste mía; ya eres mía:
tu gemido en mi mano se estremece
e inundas mi deseo con tu boca
y en los labios se vierten nuestros flujos
y me muerdes, me lames y te pierdes
y te cubro, te apreso y me destruyo
y juntos penetramos las heridas
de todos los placeres que se gozan.
Y ahora que te pienso y te recuerdo
me anego en la tristeza cotidiana
de saberte cautiva en otra vida,
de añorarte pendiente de un secreto,
de negar la verdad de las entrañas
de anoche, en que eras mía, solo mía.
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