lunes, 20 de mayo de 2024

[Cita a ciegas]


No era una cita a ciegas en sentido estricto, porque tenía algunas referencias de su entorno, sobre todo de su padre, y conocía a alguno de sus familiares, pero de él solo sabía que establecer una relación podría ser muy intenso.
   Así que quedé con él, sin pensarlo más veces, sin saber prácticamente nada de cómo era en realidad, de qué me podría ofrecer; pero su fama le precedía y era uno de esos retos que se tienen que asumir alguna vez en la vida, con todos sus riesgos. Aún era muy joven, cierto, pero sentí que era el momento de dejarme llevar, de arriesgarlo todo, aunque pudiera suponer jugarme mi frágil equilibrio psicológico y emocional.
   No fue fácil, no. Dos larguísimas temporadas, intensas y deslumbrantes, y el romance terminó. Eso sí, queda el recuerdo de todos nuestros momentos juntos: de la perplejidad al descubrimiento, de la oscuridad a la revelación, y del amor al odio.
   Y ahora, cuando te contemplo, no sé si volver a aquella insania atractiva y perturbadora. Y entonces leo tu rostro: Las soledades, de Luis de Góngora. Y te abandono en la estantería, pensando en otros.

(Tertulia filandona, 20 de mayo de 2024; asunto: Cita a ciegas)

lunes, 6 de mayo de 2024

Amor imposible


Esto no puede funcionar. Es una historia de amor imposible, condenada al fracaso, a la tragedia. Se trata de un flechazo en toda regla, inesperado, inmediato, incontestable..., del que no nos podemos escapar.
   Todo empieza cuando tu hijo se acerca a mí, interesado, y noto tu presencia y el sentimiento se me arraiga con firmeza, como debe ser. Me lanzas una mirada profunda, con aquella cadencia que solo tienen los tuyos. Pasas a mi lado y yo intento sentirte, rozarte, pero no consigo aproximarme lo suficiente. El amor flota en el ambiente, se expande, lo inunda todo, eriza tu pelo, excita mis yemas.
   Entonces se abre la puerta que está detrás de mí y sale Andréi, señala a tu hijo con la chaira que lleva en la mano y le pregunta al hombre que te acompaña:
   ‒¿Es a él?
   ‒No, es a la madre del cordero ‒contesta esbozando una sonrisa‒. Tenemos muchos invitados.
   Y Andréi te lleva con él, mientras me estiro con todas mis fuerzas, pero mis raíces no me dejan salir de este pequeño tiesto y sé que jamás te volveré a ver.

(Tertulia filandona, 6 de mayo de 2024; asunto: Salirse del tiesto y La madre del cordero)