Tenaz hasta el delirio, siempre fuerte
que se abraza en torrentes de sentido:
agua clara, caricia que se vierte.
Esencia de la piel más pura y limpia
en el contacto ingenuo que derrota
un ensayo de muerte entre las sombras:
luz naciente, destreza de los días.
Ya llegas y me miras y desprendes
un mundo de matices olvidados.
Y todo en un instante se ilumina.
Y todo con tu vida lo revuelves.
Contemplo las estrellas y reclamo
tu aroma y ese nombre de María.
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