lunes, 26 de mayo de 2025

2073-2074

 

‒No entiendo nada. ¿Qué pasa? Estoy aquí encerrada y no recuerdo bien.
   ‒Calla ya, por favor. Qué suplicio.
   ‒Uy. Creía que estaba pensando.
   ‒Ya me gustaría a mí, que pensaras con la boca cerrada.
   ‒¿Qué raro? ¿Eres un espíritu?
   ‒¡Madre...! Sí, el Espíritu Santo emitiendo desde Radio Psicofonía.
   ‒Pero es que no entiendo. ¿He hablado antes? ¿Por qué no veo nada? ¿Por qué me han atado las manos? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú?
   ‒Puf, y no hay manera de que pare.
   ‒Calla, creo que estoy tocando el tirador de la puerta.
   ‒Estate quieta, que eso no es el tirador.
   ‒Que sí. No. Se acaba de mover. ¡Ay!
   ‒Tranquila, que no es nada malo.
   ‒¿Qué es?
   ‒Nada.
   ‒Pero ¿qué es?
   ‒No te va a gustar.
   ‒Ay, no. Qué vergüenza... No entiendo nada, nada. ¡Qué hago yo aquí?
   ‒Creo que te han dado fuerte, pero no te preocupes. A ver, haz un poquito de memoria: lo último que recuerdas...
   ‒Que estaba en clase. Acabábamos de empezar el tema de la Segunda Década Ominosa, la de PS Castejón, del 18 al 28. Y después...: oscuridad.
   ‒El Programa de Reacondicionamiento Escolar. ¿Te acuerdas?
   ‒Ah, sí... Ya. ¿Pero por qué a mí? Si lo llevo muy bien. Demasiado bien, diría yo.
   ‒Pues igual es ese el problema, que te has pasado por exceso. Si destacas puedes provocar envidia y que te denuncie incluso algún compañero. Ya te avisé el primer día.
   ‒Sí, es verdad... Entonces eres Antonio. ¿Y tú por qué estás aquí?
   ‒Lo mío también ha sido por exceso, pero de otro tipo. Llevo mucho tiempo controlándome, y hoy ya no he podido aguantarlo más y al salir de clase le he cruzado la cara de un guantazo a Pablo Esteve.
   ‒Qué valiente. Yo no podría. Me da mucho miedo en cuanto entra por la puerta. ¿Y qué castigo nos va a caer?
   ‒Imagino que a ti por un 12.5 y a mí por un 10.7 nos ha tocado un 15.4, después del pertinente 13.1. Y espero que no vaya a más.
   ‒¿Cómo? Explícate, por favor.
   ‒Tu 12.5: muestra de un conocimiento y/o dominio excesivo e innecesario de la materia. Mi 10.7: agresión física. Para los dos, el 13.1: golpe correctivo en la cabeza con verga electrónica escolar homologada para reducción y reinicio del sujeto. Y el 15.4: encierro del sujeto maniatado y con los ojos vendados en un recinto reducido para facilitar la reflexión pedagógica.
   ‒Qué dominio.
   ‒A los interinos no se os pide, pero el Jefe de estudios del instituto tiene que conocer muy bien la normativa escolar.

(Tertulia filandona, 26 de mayo de 2025; asunto: Sicofonía)

lunes, 12 de mayo de 2025

El fin del mundo desde un conducto di/eferente (versión poética)

 

Y dijo el primer hermano:
«Hermanos, camaradas,
llegó nuestro momento.
Recordad las palabras
de San Seminífero,
recordad su profecía:
“Saltaréis al abismo
cuando llegue el día
impulsados por el creador,
por el ser omnipotente.
Orad, orad y apartaos
del camino a la muerte
de San Cipriano,
no os perdáis en paseos
por territorios ignotos,
por áridos sigmoideos.
Vuestra vida será efímera,
llena de vericuetos,
competiréis entre hermanos,
no os quedéis quietos,
y buscad la luz
por las dulces sendas
de terinos y metrios,
y alumbrad la tierra
de San Falopio”.
Tened claro vuestro objetivo
y cumplid la labor...».
Y el segundo hermano intervino:
«¿De qué coño habláis?
Predicad más claro
y decidnos qué hacemos».
Y aclaró el tercer hermano:
«Que vayamos saliendo
ya de los huevos
moviendo estas colitas».
Y los hermanos juntos entonces concluyeron:
«Folleu, folleu, que el món s’acaba».

(Tertulia filandona, 12 de mayo de 2025; asunto: Camaradería y Profecía)

Corresponsal

 

Lo intuyó desde el primer momento. No era más que una imagen difusa, una de esas ideas fugaces que muchas veces se colaban en su imaginación, pero se había instalado en su memoria y llevaba varios días recordándola sin querer hacerlo; como esos pensamientos circulares y obsesivos que tanto tiempo había tardado en eliminar de su vida después de muchos meses de tratamiento. Y se encontraba triste, con un sentimiento de decepción, de fracaso.
   Había aparecido por la mañana, al levantarse de la cama, y se había presentado clara y distinta mientras se vestía: el genio maligno preparando el desayuno en su cocina; era una imagen borrosa, pero estaba allí, delante de la cafetera, partiendo un dónut por la mitad, y le decía algo. Aunque lo peor no era esa imagen, sino una extraña e inquietante apariencia profética que la acompañaba.
   Pensaba en sus compañeros de terapia de grupo, en esos camaradas de trinchera, como le gustaba llamarlos. Si se los encontraba, cómo podría confesarles que había recaído. LA comprenderían, pero le angustiaba y esto se convertía en otro pensamiento reiterativo, otro más.
   Cada mañana se dirigía asustada a la cocina y miraba con recelo hacia la cafetera. Así un día tras otro, hasta que, tres semanas después, ya parecía superado: delante de su taza de café se dio cuenta de que había entrado en la cocina sin pensarlo, sin titubear, pero al volver a dejar la taza en el fregadero, allí estaba. Un señor de 70 y muchos años, muy alto, con un tupé rubio imposible y un color de piel anaranjado, canturreaba «It’s fun to stay at the Y-M-C-A. / It’s fun to stay at the Y-M-C-A»: los Village People. Al oírla, se giró hacia ella.
   ‒My darling, no te preocupes ‒le dijo en un castellano casi ininteligible‒, he venido a quedarme para siempre.
   Se despertó completamente empapada en sudor y con el corazón acelerado. Miró su despertador: November /  5 / 2024, 6:30. Había que correr, el tráfico en Washington por la mañana siempre era complicado y a las 8:00 tenía que estar en maquillaje: ese día entraba en directo en el Telediario de las 15:00 en España: víspera de las elecciones.

(Tertulia filandona, 12 de mayo de 2025; asunto: Camaradería y Profecía)