Hace mucho que no nos vemos, pero ya sabéis que me ha sido imposible por mi estado de salud. Lo bueno es que ya ha terminado el tratamiento, que ya ha terminado todo. Y hoy puedo volver.
Hace mucho que dejé de venir aquí, al único lugar en el que nos podemos reunir para disfrutar de nuestro arte, donde todos nos expresamos con libertad y dejamos volar nuestra imaginación, donde hacemos realidad nuestros anhelos más profundos, con lo más bello y, a veces, con lo más terrible que anida en nuestras mentes.
Hace mucho que el día anterior a nuestra reunión no ocupo todos mis sentidos en sacar de mí lo mejor para compartirlo con vosotros, en prepararme solo para mis compañeros, para crear nuestra obra.
Hace mucho que echo de menos la delicadeza de Miguel desnudando el cuerpo, la elegancia de Aurora con el bisturí grabando los primeros cortes, la habilidad de Adolfo en su búsqueda de los lugares más dolorosos, la recreación con los cuchillos con que se entregan Carmen y Angio trazando sus dibujos sobre el torso, el espectáculo de Sco desfigurando la cabeza con extraños artilugios de su invención, el estilete de Ana penetrando con maestría en el sexo, la melodía de los dedos cuando crujen bajo las tenazas de Vicente y de Luis, el dominio del fuego con que Raquel recorre todas las heridas y la precisión de Víctor en el martillazo final.
Hace tanto... que, además, hoy os voy a pedir mi último deseo: que liberéis a esa muchacha y me atéis a mí sobre el altar.
(Tertulia filandona, 14 de octubre de 2024; asunto: Hace)
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