Cuánto he rodado, y he ido y he vuelto
aislado en los temores de una vida
que tiembla y se diluye en la mentira
y anega la verdad en sufrimientos.
El tacto que estimula los sentidos,
confuso desde el goce que me niega,
en celdas me reprime, se recrea;
ignoro los senderos del destino.
Y el vértigo de hallarme descubierto
por rostros que ya ascienden en manadas
amansa los deseos con manías.
Entonces me convierto en ese cuerpo
que sueña y se deleita en el esbozo
de la caricia suave de una aplysia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario